Bronca es la sensación que queda en Concepción. San Martín inexplicablemete deja pasar un triunfo que lo tenía en su poder, que hizo todo desde lo futbolístico pero el egoísmo y la solo la necesidad de trascender en lo personal dejando de lado el equipo de Nazareno Funez terminó por romper todo.
El hecho puntual del primer penal desperdiciado jugó en contra para todo el resto del partido. Y lo que pasó es el encendido de una alarma muy grande, porque lo que pasó en cancha no se puede permitir mas.
Pelear en la cancha, ante su gente por patear un penal para después hacerlo de la manera mas irresponsable que puede haber en el mundo entero: picandola y entregandosela en la mano no tiene perdón.
¿A tanto llegó esa mala decisión? Si porque siete minutos después San Martín volvió a tener otro penal, no fue Funez. Esta vez lo hizo Tomás Fernández que lo remató demasiado anunciado y fue atajado.
Dos penales. Dos opciones claras de gol. Y el partido al descanso se fue con el marcador en cero.
En el segundo tiempo, la cabeza del jugador verdinegro estuvo en otro lado. Acelerado, errático y con muchas opciones, las cuales fueron mal definidas en algunas y en otras el arquero o el palo dijeron que no.
Si San Martin logra resolver en el arco de enfrente todo lo que genera tiene chances de buscar el objetivo pero primero deberá haber un mea culpa.
En esa primera parte el Verdinegro fue muy superior y mereció mas de lo que consiguió pero lo que vino después en el vestuario solo los jugadores y el cuerpo técnico lo saben. Se quedó Nazareno Funez en el vestuario y a la cancha fue el sanjuanino Santiago Barrera.
Fuente: Diario Zonda